Yo sí me lo creo
La web www.nopuedocreer.com es un auténtico catálogo de audacias conceptuales, noticias, gadgets, artilugios e inventos para frikis y bichos raros: una espléndida fuente de diversión
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Los vi y me lo creí: una máquina que traduce el lenguaje (sic) de las palomitas, un (falso) aerosol con olor a libro de verdad para que sus amigos no sepan que está leyendo libros electrónicos o una máquina que hace una hamburguesa en 156 sencillísimos pasos, invento genial diseñado por un equipo de la Universidad de Purdue, por el que fueron galardonados con el primer premio del concurso nacional de máquinas de Rube Goldberg, lo más parecido que hay en los Estados Unidos a los inventos del TBO del profesor Franz de Copenhague.
Lo bueno del caso es que muchos de los inventos reseñados en esta web son auténticos e incluso pueden adquirirse on-line, en webs que harían las delicias de los surrealistas como www.harrietcarter.com. Algunos, como unos anillos hechos a base de frutas deshidratadas (manzana Granny Smith, remolacha, naranja, kiwi), me recuerdan peligrosamente las joyas de caramelo que vende nuestro creativo pastelero Escribà en Barcelona. En ambos casos me asalta la duda: ¿qué sucede con las joyas deshidratadas o de caramelo en un día de lluvia o de playa? En fin, más que dudas, me entran sudores fríos cuando veo un artilugio puesto al alcance del público estadounidense, pero ideado por dos creativos catalanes, Martín Azúa y Gerard Moliné: el «coporrón«, híbrido de copa y porrón, o sea, una gran copa provista de pitorro, por si nos apetece ir alternando entre beber de forma convencional y a galet.
El catálogo suma y sigue con audacias conceptuales como unos vasos de chupito hechos de hielo o las deliciosas sandías triangulares de Japón, a 160 dólares la pieza, porque hacen falta tres años para darles tan asombrosa forma. ¿Y qué decir del restaurante cuarto de baño inventado en Taiwán, donde los asientos son los inodoros, la mesa es la pila, los vasos son orinales de viaje y, en vez de servilletas, te dan papel higiénico? Yo, por de pronto, no puedo evitar acordarme de la gloriosa secuencia de la comida en el retrete de El fantasma de la libertad (1974), de Luis Buñuel. Pero claro, luego también me acuerdo del restaurante de moda de Chicago, Moto, donde el chef Homaro Cantu utilizaba una impresora Canon i560 modificada para un peculiar sushi, que consistía en una hoja de papel comestible con imágenes de sushi impresas con tintas también comestibles, parecidas a las que se utilizan para las fotografías de algunos pasteles de cumpleaños.
En fin, para satisfacer a los fanáticos del chocolate, David A. Edwards inventó un inhalador de chocolate, mientras que los amantes de la cerveza tienen donde elegir en The Beer Soap Company, con una amplia gama de jabones elaborados con distintas variedades de su bebida favorita: jabón Guinness, Corona, Fosters, Nastro Azzurro, Pilsner Urquell y… ¡Blue Star Beer Soap — Made with Estrella Damm Beer! Esta cerveza seguro que se les sube a la cabeza.