Taxi gourmet

El futuro del turismo de las grandes ciudades depende en gran medida del trato que reciban nuestros visitantes. Es indudable que la gastronomía es un motor que genera ilusión e interés por conocer un país, pero mal andamos cuando la seguridad, la limpieza y el entorno no se cuidan con el mismo esmero con que los platos creativos o el lenguado fresco llegan a la mesa

—Calle Pío Baroja, 57, por favor. Restaurante Sed de Nieve.

El taxista le mira con cara de desconcierto: parece que Pepe se haya confundido de ciudad. La situación provoca una respuesta inmediata de Pepe:

—¿No puede usted verificarlo en la guía?

El taxista no tiene guía, ni GPS, ni le interesa lo más mínimo: lleva dos horas haciendo cola en el aeropuerto y le suena el tal Pío Baroja, pero le desconcierta el nombre Sed de Nieve.

—¿No conoce usted a un cocinero que sirve las pizzas al revés y elabora un tomate con pan que sabe a pan con tomate?

El taxista no tiene ni idea y pregunta:

—¿Cómo ha dicho que se llama ese cocinero? ¿Pío Baroja?

—No, por favor, Pío Baroja es el nombre de la calle, está cerca del puente que cruza el río Toto.

—Mire usted, cerca del río, el mejor restaurante es Casa Sopa de Ganso, donde sirven un fuá con percebes que te puedes morir. ¿No ha oído hablar usted del chef Paco el Cansino? Grande como los toreros, se ha recorrido medio mundo y ha cortado orejas y rabo en todas partes. Por cierto, la cola del toro que sirve con almejas y sesos empanados es de antología. Aunque si no desea comer sus creaciones, tiene el mejor marisco de la ciudad, para volverse loco; lo mejor, el que viene de Alaska, el cangrejo real de patas gigantes, espectaculares. Se funde en la boca, auténtico gusto de mar.

Pepe está nervioso: le recomendaron Sed de Nieve, una cita obligada, y empieza estar perdido, desconcertado, confundido. El taxista se da cuenta; es su gran momento de gloria:

—No se preocupe, le llevo a casa de Paco, usted mira la carta y, si no le gusta, no pasa nada, ningún compromiso.

Al final Pepe accede a las recomendaciones y desiste de ir al Sed de Nieve.

Es el pan de cada día. El perfil de los taxistas dice mucho de la ciudad, la forma de vida y la calidad de los servicios públicos. Después de la recogida de equipajes en el aeropuerto, el primer servicio con el que se entra en contacto al llegar a un lugar son los taxistas. Cuando te sientas en un asiento con la tapicería manchada y el olor del taxi, mezcla de caliqueño con carajillo, se puede masticar, te inunda una inquietud que solo se puede agravar con el «perfume» a chorizo que desprende el bocadillo que el conductor se esta zampando. Los taxis en medio mundo son solo taxis, vehículos conducidos por taxistas. Afortunadamente dentro de este colectivo hay profesionales dignos, que mejoran la imagen de una profesión que estropean colegas poco serios que malviven de las comisiones de algunos restauradores y de engañar al cliente.

Reservas incumplidas y mesas vacías son el triste balance de la actuación impropia de algunos taxistas y conserjes de hotel, aunque los responsables últimos del desorden y la informalidad sean los propietarios de restaurantes que recurren a tretas como las mencionadas.

El futuro del turismo de ciudades como Barcelona, Palma de Mallorca o Santa Cruz de Tenerife depende en gran medida del trato que reciban nuestros visitantes. Es indudable que la gastronomía es un motor que genera ilusión e interés por conocer un país, pero mal andamos cuando la seguridad, la limpieza y el entorno no se cuidan con el mismo esmero con que los platos creativos o el lenguado fresco llegan a la mesa. De poco o nada sirven estas campañas publicitarias que las instituciones en las distintas comunidades autónomas realizan para favorecer una imagen de su tierra y su pueblo llena de cultura, arte y paisaje si la contaminación atmosférica supera los límites recomendados. Por último, recordemos que hay que administrar la expansión turística sin caer en actitudes interesadas. Cada uno tiene que procurar sentirse feliz y orgulloso de su profesión. Que Pepe, pese a toda su ilusión, no pudiera cenar aquella noche en Sed de Nieve nos perjudica a todos. No fomentemos la decepción, por favor.

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