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La esencia de una zanahoria

Apenas hace falta pelar las zanahorias. Su piel finísima podría pasar desapercibida incluso a los paladares más sensibles, acostumbrados a pasar la lengua por cremosidades aireadas y demás productos de los robots turbinadores del tercer milenio. Lástima que esas zanahorias tan bonitas que solemos encontrar en las verdulerías y en los supermercados suelan ser insípidas: ni crudas ni cocidas saben a nada, ni siquiera a lo que son.

De Santi Santamaria Lee este artículo